Son las situaciones, sino el significado que le damos y cómo reaccionamos, lo que determina su impacto en nosotros. Por eso, si queremos proteger nuestro equilibrio emocional, debemos aprender a ignorar algunas cosas.
Ignorar no significa adoptar una actitud pasiva y tampoco significa que dejaremos de hacerle frente a ciertas situaciones, significa aprender a darle importancia a las cosas que realmente lo merecen y restarle impacto a aquellas cosas que no deben tener una presencia tan importante en nuestras vidas.
Ignorar, en este caso, no es sinónimo de desconocimiento sino que implica un acto consciente, una decisión en la que sacamos de nuestra conciencia aquellas cosas intrascendentes que solo nos dañan. No significa obviar u ocultar los problemas sino limpiar la mente de todo aquello que ocupa un lugar innecesario para hacerle espacio a lo que realmente cuenta.
Ignorar, en este caso, no es sinónimo de desconocimiento sino que implica un acto consciente, una decisión en la que sacamos de nuestra conciencia aquellas cosas intrascendentes que solo nos dañan. No significa obviar u ocultar los problemas sino limpiar la mente de todo aquello que ocupa un lugar innecesario para hacerle espacio a lo que realmente cuenta.
1. Los desprecios y las críticas destructivas. Recuerda que una crítica malsana dice más sobre la persona que critica que sobre quien es criticado. No permitas que las críticas y los desprecios hagan mella en tu autoestima. Recuerda que cuando pasas demasiado tiempo prestándole atención a la opinión que los demás tienen de ti, o lo que los otros quieren que seas, olvidarás quién eres realmente.
2. Las personas que quieren descargar sobre ti sus miserias emocionales. Hay personas que se comportan como auténticos camiones de basura, que pretenden descargar sobre ti sus miedos, frustraciones, enfados o ansiedades. No se los permitas. Aprende a detectarlas y crea un escudo protector.
3. Las pequeñas frustraciones del día a día. Un mal día es solo un mal día. Viene y va. No hay razón para quedarte atascado en esas pequeñas frustraciones. Si aprendes a ignorar esos percances apenas terminan, te darás cuenta de que podrás retomar tu rutina con mayor serenidad. Si los acumulas terminarás cargando un fardo muy pesado. Es solo cuestión de poner en perspectiva y darte cuenta de que no vale la pena arruinarte la jornada por esos contratiempos.
4. Tu diálogo interior negativo. A menudo tu mente se convierte en tu peor enemiga. Por eso, en muchos casos es necesario aprender a acallar ese ruido interno, los pensamientos obsesivos sobre el fracaso, los miedos y la ansiedad. En la mayoría de los casos ese diálogo interior proviene de las expectativas que los demás han puesto sobre ti. De hecho, es probable que te descubras diciéndote frases que tus padres, maestros o parejas te han dicho. Si esas frases no te permiten avanzar y no te hacen sentir bien, ignóralas, con el paso del tiempo se irán difuminando hasta desaparecer.
5. Las situaciones que no puedes controlar. El taoísmo nos anima a fluir, a no forzar las situaciones. Eso no significa adoptar una actitud pasiva sino aprender a detectar las oportunidades para actuar y saber cuándo es contraproducente empecinarnos con algo. Hay muchas cosas que se escapan de tu poder, intentar controlarlas genera una tensión innecesaria. Por tanto, hay veces en que debes olvidarte de todo lo que podría salir mal y comenzar a confiar en el flujo de la vida.
Un ejercicio para aprender a ignorar lo que te daña
No es fácil ignorar ciertas cosas, ciertas personas, ciertas situaciones... No siempre sabemos percibir lo que nos puede hacer daño y nos aferramos a ello. En otras ocasiones, ignorar significa cortar vínculos, cambiar nuestra forma de pensar y nuestras actitudes, algo que no es sencillo y requiere una gran dosis de valentía.
En cualquier caso, te animo a que hagas este sencillo ejercicio:
Toma un lápiz o cualquier objeto pequeño que no se rompa. Sostenlo en la mano y aprieta fuerte. Imagine que ese objeto es una de las emociones, sentimientos o persona que te está molestando y que tu mano representa tu mente o conciencia.
Al inicio, todo te parecerá un poco raro pero poco a poco te sentirás menos incómodo y el objeto te resultará más familiar. Sin embargo, si sigues apretando ese objeto, terminará haciéndote daño.
Ahora, abre la mano y permite que el objeto ruede y caiga al suelo. Observa que eras tú quien se aferraba al objeto, no estaba unido a tu mano. Lo mismo ocurre con tus emociones, sentimientos y las personas que pueden hacerte daño.
El problema es que nos aferramos tanto a esas situaciones que nos olvidamos que podemos soltarlas cuando queramos. De hecho, cuando experimentamos ira o tristeza decimos “estoy triste” o “estoy enojado”, lo cual representa una identificación con esos estados que implica aferrarse a ellos. En su lugar, deberíamos decir “me siento triste” o “me siento enojado” y aprender a dejar ir.
¿Cómo aplicar esta idea para ignorar todo aquello que nos daña?
- No lleves las cosas al plano personal. Muchas de las cosas que nos ocurren no son personales. Llevarlas a ese plano significará que le estás dando una importancia excesiva y estarás permitiendo que afecten tu equilibrio emocional. Por tanto, es fundamental que protejas ese espacio y solo permitas que entren las cosas que realmente son significativas para ti.
- No pierdas la perspectiva. Imbuidos en los pequeños problemas de la vida cotidiana, es fácil dejarse abrumar por esas pequeñas insatisfacciones y contratiempos, de manera que podemos terminar perdiendo el rumbo. Recuerda mantener siempre la perspectiva, céntrate en lo que te define, en tus objetivos y lo que realmente te emociona. No dejes que insignificancias te arrebaten la posibilidad de ser feliz hoy mismo.
- Da un paso atrás. Cuando sientas que las emociones están tomando el mando, da un paso atrás. Detente, date unos minutos y recupera el control. Reflexiona sobre por qué esa situación está generando esas emociones. Es probable que estés reaccionando de manera exagerada o que le estés confiriendo más importancia de la que tiene. Respira y déjala ir.
- Ánclate al presente. Si te sientes mal, es probable que sea por algo que ya sucedió, que pertenece al pasado. Por tanto, no tiene mucho sentido seguir alimentando esos sentimientos. Para dejarlos ir, basta con anclarte al presente. Céntrate en todas las cosas positivas que tienes ahora mismo. La clave radica en aprender a moverse del pasado que te mantiene sujeto al presente.
Fuentes:
Diering, G. H. et. Al. (2017) Homer1a drives homeostatic scaling-down of excitatory synapses during sleep. Science; 355(6324): 511-515.
Vivo, L. et. Al. (2017) Ultrastructural evidence for synaptic scaling across the wake/sleep cycle. Science; 355(6324): 507-510.
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