La personalidad seductora tiene gran valor en una sociedad en la que los contactos y las relaciones sociales tienen cada vez más importancia. Esto es algo que se ve rápidamente si nos fijamos en las ventajas de las que disponen las personas con la habilidad de agradar fácilmente a los demás: una mayor proyección pública, lo cual significa mayor es oportunidades de todo tipo.
A continuación veremos cuáles son las características básicas de la personalidad seductora y cuáles son las estrategias de socialización relacionadas con ella.
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Personalidad seductora: sus rasgos y estrategias
Hay que tener en cuenta que un rasgo de personalidad no es algo "fijo" que pertenezca a un individuo.En todo caso, es una propiedad que se expresa a través de los patrones de comportamiento durante el día a día. Al igual que ser aficionado al deporte no es algo que figure en un carnet, la personalidad seductora existe en el modo en el que ciertas personas acostumbran a relacionarse con otras.
Dicho esto, pasemos a ver cuáles son las características típicas de la personalidad seductora.
1. Buen control del lenguaje no verbal
Las personas seductoras se expresan con mucho más que palabras: utilizan todos sus recursos para comunicarse con los demás del modo que quieren. Esto incluye, por supuesto, la comunicación no verbal.Pero este tipo de personalidad no solo se caracteriza por utilizar un abanico de formas de expresión no verbal variado y lleno de matices. Además, estos gestos, posturas y formas de entonar la voz son aprendizajes sencillos, que no conllevan mucho esfuerzo y se utilizan de manera espontánea a la hora de relacionarse con los demás.
Por ejemplo, incluso en una situación improvisada, como encontrarse a alguien conocido por la calle, el hombre o mujer con este tipo de personalidad sabrá mover sus brazos y manos de un modo coherente con lo que dice, en vez de dejar inmóviles sus brazos o mantenerlos todo el rato metidos en los bolsillos como si eso fuese una imposición.
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2. Tendencia a la extraversión
Las personas seductoras tienden a ser extravertidas, lo cual significa que disfrutan de los contextos socialmente complejos en los que deben participar, y se sienten cómodas en ese ambiente hasta el punto en el que buscan vivir esa clase de experiencias con cierta frecuencia.A la vez, esto se traduce en una estrategia muy recurrida para ganar poder de seducción ante los demás: mostrar públicamente esta extraversión. Por ejemplo, subiendo a un lugar alto en una fiesta para pronunciar un breve discurso que todos pueden oír (sin que nadie se lo pidiese ni el contexto lo requiriera). Esto causa admiración, ya que es visto como una rasgo deseable.
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3. Control de los tiempos al presentarse
La personalidad seductora se plasma de un modo muy claro en uno de los momentos más importantes de la interacción social: la presentación. Durante esta etapa, que suele durar unos pocos segundos, este tipo de personas saben expresar su importancia controlando los tiempos. En vez de presentarse y pasar rápidamente a otra cosa, hacen que esta fase sea más pausada de lo habitual: hacen que la presentación tenga su mini-ceremonia. Por ejemplo, en un contexto informal dan la mano mediante una broma que permita alargar unos segundos más este momento.El hecho de tener que esperar más hace que la otra persona interiorice el mensaje de que su interlocutor es lo suficientemente importante para merecer ese privilegio, aunque esto no sea cierto.
4. La ausencia de vacilación
Uno de los rasgos que más seduce es la seguridad en uno mismo. Por eso, una de las estrategias que más utilizan las personas seductoras es no mostrar dudas, a veces incluso en momentos en los que sería razonable tenerlas. De algún modo, enmascaran esa toma de decisiones de un modo que parezca que desde el primer momento se tiene claro qué es lo que hay que hacer.5. La proximidad física
Otra de las características de la personalidad seductora es que juega con la proxémica, es decir, los espacios que las personas mantienen entre sí.Para mostrar seguridad en uno mismo, es posible que estas personas se acerquen algo más de lo normal a los demás, sin hacer que esto resulte muy incómodo, pero sí de una manera en la que quede claro que se tiene el poder de la conversación (no en un sentido hostil; de hecho, es una dominancia "blanda" en la que el otro se puede sentir cómodo al no tener que decidir mucho qué curso debe tomar la conversación).
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