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PERSONAS ENOJADAS

Personas enojadas y el desafío terapéutico

komposita / Pixabay

Existen numerosas definiciones sobre qué es una emoción o sentimiento pero en si mismo, ambos términos no han sido definidos claramente. Según Greenberg el sentimiento puede ser entendido como “el darse cuenta” de las sensaciones producidas por el afecto o respuesta biológica, no consciente, de cierta estimulación. Por su parte, las emociones son entendidas como experiencias que implican la integración de diversos niveles de procesamiento. Estas dan un significado profundo a nuestra experiencia, nos dan información de aquello que para nosotros es significativo, influyendo en el qué, cómo y cuándo de las decisiones que tomamos (Greenberg 2000).
Las emociones que siente una persona no son en si problemáticas y tienen un valor funcional muy importante. Por ejemplo: el enojo, el temor, la tristeza y la culpa, entre otras, pueden ser de gran utilidad para la adaptación de la conducta de la persona a una situación particular que vive. Pero cuando la intensidad, la frecuencia y el modo, afectan significativamente la conducta de la persona, como de la gente que la rodea, las mismas pueden transformarse en un problema para ella y derivar en motivo de consulta psicológica (Howells 2003).
El enojo, como toda emoción cumple un papel importante en la vida de una persona, pero existen ocasiones en que se podrá transformar en un verdadero problema.
Cuando el enojo se logra expresar de manera constructiva y no hostil, nos dará la posibilidad de vivenciar sentimientos importantes, identificar problemas, corregir preocupaciones y motivar comportamientos efectivos. Pero, cuando es expresada de manera hostil y agresivamente o de alguna otra manera disfuncional, el enojo podrá llevarnos a problemas. El enojo (o ira en su defecto), como la hostilidad, son dos contribuyentes importantes de problemas de salud, especialmente de las enfermedades cardiovasculares.
Quienes tiene dificultades para manejar el enojo también suelen experimentar con mayor frecuencia ansiedad, depresión, baja autoestima y problemas con el alcohol
Quienes no saben como manejar esta emoción encuentran afectada tanto sus relaciones laborales, familiares y amistades como su desempeño laboral/estudiantil. A su vez, quienes tiene dificultades para manejar el enojo también suelen experimentar con mayor frecuencia ansiedad, depresión, baja autoestima y problemas con el alcohol (Deffenbacher, Oetting, & DiGiuseppe, 2002).
La diferencias entre las personas y su facilidad para enojarse no es algo nuevo, comenzó a ser observado por los griegos alrededor del 400 AC, en ciertas personas que tenían un temperamento mucho mas colérico que otros.
Varios cientos de años después, en 1950, las investigaciones científicas comenzaron a estudiar, en mayor profundidad a la ira. Fue Charles Spielberger y sus asociados quienes introdujeron, en 1980, la teoría de rasgos de ira de la personalidad. En su teoría, la ira como estado es considerada una reacción emocional y fisiológica aguda que oscilara entre la irritación leve y la furia intensa.

Por otro lado, la ira como rasgo es considerada como una dimensión de la personalidad que muestra una tendencia crónica a experimentarla con mayor frecuencia, intensidad y duración. Es decir que aquellas personas con rasgos elevados de ira tenderán a enojarse con mayor frecuencia, intensidad, facilidad y por periodos mas largos que aquellas que tengan el rasgo de ira bajo (Veenstra, Bushman, & Koole, 2017).
El enojo, en su máxima expresión, es un estado afectivo negativo que puede incluir aumento de la excitación fisiológica, pensamientos de culpa, y una mayor predisposición hacia el comportamiento agresivo (Sukhodolsky 2016). La ira, a menudo, es provocada por frustración o por provocación interpersonal. Su duración podrá ir de unos minutos a horas y el rango de intensidad fluctuará desde una molestia leve a rabia o furia.
En la ira se podrá distinguir dos componentes: el primero de ellos es la experiencia de la ira o sentimiento interno de la misma y, el segundo, la expresión de la ira, es decir, la tendencia de un individuo a mostrar cólera, pudiendo dar rienda suelta a la misma, suprimirla o lidiar activamente con ella mediante el uso de habilidades adaptativas de control de la ira (Spielberger 1988).
Se encuentra altamente relacionada con el déficit atencional con hiperactividad, trastornos del estado del ánimo como los desordenes de ansiedad, síndrome de Tourette y el espectro autista
La experiencia y la expresión del enojo, durante la infancia, irá modificándose a lo largo del desarrollo. Los berrinches que incluyen llorar, pisar, empujar, golpear y patear son comunes en niños de 1-4 años y varían en frecuencia de 5 a 9 veces por semana con una duración promedio de 5-10 minutos. La intensidad y el número de berrinches tenderán a disminuir con la edad, aunque los niños podrán continuar mostrando hacia fuera cólera y frustración, comportamientos que los padres a menudo etiquetan como berrinches. La disminución de la frecuencia, antes mencionada, se debe a

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