Biofeedback, la nueva terapia para combatir el estrés
Muy popular en EE.UU., en el país crece su aplicación. Ayuda al paciente a identificar qué lo estresa y cómo manejarlo.
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Nos recostamos en un sillón. Nos colocan sensores en las manos, la panza y la cabeza. En una pantalla --mediante números, colores, y ejercicios-- nos exponen a distintos tipos de situaciones estresantes. Los sensores captan nuestra temperatura, respiración, sudoración y frecuencia cardíaca. En simultáneo, vemos en una pantalla cómo reacciona nuestro cuerpo. Y aprendemos a modificar las respuestas a través de la respiración y la relajación muscular.
Eso es el biofeedback, la técnica que funciona como un espejo de lo que nos pasa. De ahí su nombre: "bio" de cuerpo y "feedback" de retroalimentación. "Es fabuloso, es muy interesante porque brinda mucha información. Está probada su utilidad porque permite que la persona visualice y tome conciencia sobre sus funciones físicas en relación a su condición emocional", dice a Clarín el doctor Daniel López Rosetti, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés (SAMES).
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Luego, el paciente ingresa a un programa de manejo del estrés con talleres semanales, de 90 minutos, que duran como mínimo ocho semanas. Lo hacen en el Hospital de San Isidro, con todo el diagnóstico y tratamiento en forma gratuita.
Uso del psicoescáner en el Servicio de Medicina del Estrés del Hospital Central de San Isidro.
El biofeedback es muy común en Estados Unidos, en especial entre psiquiatras. En Argentina, todos los especialistas consultados coinciden en que cada vez se usa más, y López Rosetti agrega que "tiene un potencial de expansión importante". Su éxito se debe a que combina las últimas tecnología con técnicas milenarias como la respiración y la meditación. Sirve para tratar el estrés y los trastornos relacionados, como bruxismo, ansiedad, dolores musculares, problemas del sueño, falta de atención o memoria, ataques de pánico, estados de angustia, migraña o cefaleas, y tics nerviosos, entre otros.
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La médica Laura Maffei aplica los sensores en las manos, la panza y la cabeza de la paciente (David Fernández).
"Saca tu perfil: cómo te estresaste, cuánto te estresaste. Es importante ver si entre estímulo y estímulo lograste bajar el estrés. ¿Me logro relajar o no? Son datos que analizamos con los psicólogos", comenta. Su programa arranca con tres encuentros de diagnóstico y devolución. Luego viene el tratamiento, que es individual. "Uno va aprendiendo a reaccionar de una forma más calma a los diferentes estímulos. A través de protocolos, se empieza a coordinar la respiración con determinados momentos de estrés, a relajar los músculos, a tomar conciencia de la tensión. Lo que a los pacientes les interesa es que ellos ven cómo van relajándose", señala Maffei. "La repetición de ejercicios hace al hábito, pero es más eficiente cuando hay un software que refuerza el aprendizaje. Esto es lo que hace tan efectiva esta técnica", asegura.
Un paciente completa un test sobre una pantalla (Servicio de Medicina del Estrés del Hospital Central de San Isidro).
También lo usan los psicólogos. Es el caso de Marta Hopen, docente y psicóloga educacional que se capacitó en biofeedback y neurofeedback en Estados Unidos y México. "Decididamente su uso está en aumento", cuenta la especialista, que atiende trastornos que tienen una raíz más emocional que orgánica. "En general los pacientes son derivados por médicos, neurólogos o psiquiatras. Casi siempre, el biofeedback es parte de una terapia convencional", subraya.
El tratamiento de biofeedback depende del tipo de problemática y puede ir de 10 a 40 encuentros. En el ámbito privado, cada una de las sesiones cuesta entre 800 y 1.000 pesos.
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"Biofeedback en sí misma es una palabra muy grande, que se usa de muchas maneras. Se usa para muchas cosas en la medicina. Por ejemplo en el caso del bruxismo, el paciente en una pantalla puede ver en qué momento contrae desmedidamente los músculos faciales. Aprende a relajar. También se utiliza, por ejemplo, para una contractura cervical", agrega Martí. Cualquiera sea el caso, siempre habrá una constante: para sentirnos mejor, no habrá medicamentos ni fórmulas mágicas. Estará en nosotros detectar el problema y aprender a enfrentarlo.
Eso es el biofeedback, la técnica que funciona como un espejo de lo que nos pasa. De ahí su nombre: "bio" de cuerpo y "feedback" de retroalimentación. "Es fabuloso, es muy interesante porque brinda mucha información. Está probada su utilidad porque permite que la persona visualice y tome conciencia sobre sus funciones físicas en relación a su condición emocional", dice a Clarín el doctor Daniel López Rosetti, presidente de la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés (SAMES).
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"Sentamos al paciente en el equipo. Le medimos la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la temperatura térmica, la tasa de transpiración y otras variables. Mientras, hacemos que se relaje y haga respiración abdominal con música suave. Entonces, le hacemos un test psicológico estresante, que es un test matemático: tiene que ir restando un número a otro, a otro, a otro. Es muy simple y es menos estresante que cruzar la avenida 9 de julio", compara el doctor.Luego, el paciente ingresa a un programa de manejo del estrés con talleres semanales, de 90 minutos, que duran como mínimo ocho semanas. Lo hacen en el Hospital de San Isidro, con todo el diagnóstico y tratamiento en forma gratuita.
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"No todos nos estresamos por las mismas cosas. No todos somos iguales de vulnerables. Por ejemplo, una persona que tiene que salir a hablar en público por ahí se siente desafiada y le gusta hacerlo. Otra persona se puede inhibir, meter abajo de una mesa y no querer salir. Las reacciones al estrés son amplias", explica Laura Maffei, especialista en Endocrinología Clínica y miembro de la Sociedad Argentina de Endocrinología (SAEM). Fue una de las últimas en sumarse: hace seis meses lo practica en su clínica.El tratamiento de biofeedback depende del tipo de problemática y puede ir de 10 a 40 encuentros. En el ámbito privado, cada una de las sesiones cuesta entre 800 y 1.000 pesos.
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Incluso el Hospital Italiano usa la técnica, aunque para otro tipo de tratamientos, como la rehabilitación del aparato genital, incontinencia urinaria, control de esfínteres, constipación, y en las áreas de obstetricia y ginecología. "Hay siete equipos de biofeedback y hay mucha demanda, son turnos que están copados desde la mañana a la noche. Hay un 87% aproximadamente de pacientes que tienen una mejoría importante. Y casi el 70% quedan asintomáticos", cuenta la kinesióloga María Inés Martí, a cargo de la técnica en ese hospital."Biofeedback en sí misma es una palabra muy grande, que se usa de muchas maneras. Se usa para muchas cosas en la medicina. Por ejemplo en el caso del bruxismo, el paciente en una pantalla puede ver en qué momento contrae desmedidamente los músculos faciales. Aprende a relajar. También se utiliza, por ejemplo, para una contractura cervical", agrega Martí. Cualquiera sea el caso, siempre habrá una constante: para sentirnos mejor, no habrá medicamentos ni fórmulas mágicas. Estará en nosotros detectar el problema y aprender a enfrentarlo.
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