LA ULTIMA CONDICION DE LA NEUROCIENCIA ES LA TRASCENCENCIA A TRAVEZ DEL ALTRUISMO
El mejor medio de comenzar bien el dia es pensar si durante el se puede favorecer por lo menos a un hombre.
-Federico Nietzsche
Altruismo: El bienestar de los demás, sin buscar nosotros recompensa
La condición de reconocer que otra persona tiene intenciones y metas se denomina cognición social
Uno de los cuentos para niños más lindos es “El Príncipe Feliz”, de Oscar Wilde.
En la parte más alta de la ciudad, sobre una pequeña columna, la estatua, ayudada por la golondrina que retrasó su emigración al África, se siente gustosa de donar las joyas que la adornan para los necesitados por el solo hecho de que estén alegres aquellos que no lo están. Todo esto, a costa del propio empobrecimiento que, de hecho, la lleva a su fundición.
Los seres humanos tenemos intereses inmediatos como comer, beber agua, tener relaciones sociales, etc., pero también tenemos valores mediatos (justicia, colaboración etc.). La ciencia intenta explicar por qué existe la cooperación entre los seres humanos, aun cuando esa cooperación no dé una recompensa directa o inmediata. El altruismo se refiere a aquellas conductas que promueven el bienestar de los demás sin una retribución o un beneficio personal.
Esa conducta altruista podemos observarla en muchísimas especies. Las abejas muestran conductas altruistas para con miembros de su propia especie, pues una de ellas se aventura al exterior del panal en búsqueda de comida y luego viaja nuevamente a su panal para comunicarle al resto dónde está la fuente de alimentos.
En este viaje ida y vuelta, esa abeja pone en riesgo su vida, por la presencia de predadores, para beneficiar a sus cohabitantes.
En las aves y los mamíferos, se pueden ver formas más complejas de altruismo. Por ejemplo, acciones recíprocas de altruismo entre miembros de la especie no relacionados. Cuando un pájaro vocaliza una advertencia al resto de los pájaros en su área, se expone a ser detectado más precozmente por su predador, pero sabe que su llamado de alerta tendrá un beneficio para el resto de los miembros de su especie.
Las interacciones sociales en los seres humanos hacen que las conductas altruistas sean aún más complejas. Investigadores de la Universidad de Duke encontraron asociación entre el altruismo y áreas cerebrales involucradas en la capacidad de percibir como valiosas las acciones de los otros. Esta condición de reconocer que otra persona tiene intenciones y metas se denomina cognición social.
Jorge Moll y Jordan Grafman en los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos diseñaron un estudio para evaluar el proceso de altruismo, es decir, ¿cómo es que tomamos decisiones que benefician a otros? Realizaron la experiencia -utilizando neuroimágenes- a partir del proceso de donaciones a organizaciones de caridad. Al mismo tiempo evaluaron cómo es que uno se opone a organizaciones con las cuales uno no está de acuerdo. A cada persona le dieron un monto de dinero y le pidieron que tomara decisiones. Primero veían el nombre de la organización y luego debían decidir si donarían parte del dinero. En otras instancias, también podían castigar a la organización. Castigarla también costaba dinero: podían entonces invertir dinero para evitar que la organización recibiera fondos.
Los científicos observaron respecto de la activación cerebral que cuando la gente donaba dinero se activaban áreas en el sistema de recompensa , donde la dopamina cumple un rol central, muy similar a cuando se recibe dinero, lo que daba cuenta de que ayudar a una causa resulta placentero, nos hace sentir bien.
También observaron que cuando la gente gasta dinero para evitar ayudar a una organización, se activan las mismas áreas del cerebro asociadas generalmente al proceso del enojo y al disgusto.
Del mismo modo, el altruismo del Príncipe Feliz y su golondrina tuvo también su recompensa y, según consigna Oscar Wilde, Dios le dice a uno de sus ángeles que en su jardín del Paraíso el pequeño pájaro cantará eternamente y que en su ciudad de oro el Príncipe Feliz repetirá sus alabanzas.
Por Facundo Manes, Director del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. Argentina
El mejor medio de comenzar bien el dia es pensar si durante el se puede favorecer por lo menos a un hombre.
-Federico Nietzsche
Altruismo: El bienestar de los demás, sin buscar nosotros recompensa
La condición de reconocer que otra persona tiene intenciones y metas se denomina cognición social
Uno de los cuentos para niños más lindos es “El Príncipe Feliz”, de Oscar Wilde.
En la parte más alta de la ciudad, sobre una pequeña columna, la estatua, ayudada por la golondrina que retrasó su emigración al África, se siente gustosa de donar las joyas que la adornan para los necesitados por el solo hecho de que estén alegres aquellos que no lo están. Todo esto, a costa del propio empobrecimiento que, de hecho, la lleva a su fundición.
Los seres humanos tenemos intereses inmediatos como comer, beber agua, tener relaciones sociales, etc., pero también tenemos valores mediatos (justicia, colaboración etc.). La ciencia intenta explicar por qué existe la cooperación entre los seres humanos, aun cuando esa cooperación no dé una recompensa directa o inmediata. El altruismo se refiere a aquellas conductas que promueven el bienestar de los demás sin una retribución o un beneficio personal.
Esa conducta altruista podemos observarla en muchísimas especies. Las abejas muestran conductas altruistas para con miembros de su propia especie, pues una de ellas se aventura al exterior del panal en búsqueda de comida y luego viaja nuevamente a su panal para comunicarle al resto dónde está la fuente de alimentos.
En este viaje ida y vuelta, esa abeja pone en riesgo su vida, por la presencia de predadores, para beneficiar a sus cohabitantes.
En las aves y los mamíferos, se pueden ver formas más complejas de altruismo. Por ejemplo, acciones recíprocas de altruismo entre miembros de la especie no relacionados. Cuando un pájaro vocaliza una advertencia al resto de los pájaros en su área, se expone a ser detectado más precozmente por su predador, pero sabe que su llamado de alerta tendrá un beneficio para el resto de los miembros de su especie.
Las interacciones sociales en los seres humanos hacen que las conductas altruistas sean aún más complejas. Investigadores de la Universidad de Duke encontraron asociación entre el altruismo y áreas cerebrales involucradas en la capacidad de percibir como valiosas las acciones de los otros. Esta condición de reconocer que otra persona tiene intenciones y metas se denomina cognición social.
Jorge Moll y Jordan Grafman en los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos diseñaron un estudio para evaluar el proceso de altruismo, es decir, ¿cómo es que tomamos decisiones que benefician a otros? Realizaron la experiencia -utilizando neuroimágenes- a partir del proceso de donaciones a organizaciones de caridad. Al mismo tiempo evaluaron cómo es que uno se opone a organizaciones con las cuales uno no está de acuerdo. A cada persona le dieron un monto de dinero y le pidieron que tomara decisiones. Primero veían el nombre de la organización y luego debían decidir si donarían parte del dinero. En otras instancias, también podían castigar a la organización. Castigarla también costaba dinero: podían entonces invertir dinero para evitar que la organización recibiera fondos.
Los científicos observaron respecto de la activación cerebral que cuando la gente donaba dinero se activaban áreas en el sistema de recompensa , donde la dopamina cumple un rol central, muy similar a cuando se recibe dinero, lo que daba cuenta de que ayudar a una causa resulta placentero, nos hace sentir bien.
También observaron que cuando la gente gasta dinero para evitar ayudar a una organización, se activan las mismas áreas del cerebro asociadas generalmente al proceso del enojo y al disgusto.
Del mismo modo, el altruismo del Príncipe Feliz y su golondrina tuvo también su recompensa y, según consigna Oscar Wilde, Dios le dice a uno de sus ángeles que en su jardín del Paraíso el pequeño pájaro cantará eternamente y que en su ciudad de oro el Príncipe Feliz repetirá sus alabanzas.
Por Facundo Manes, Director del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro. Argentina
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